Depresión en el adulto mayor
La adultez, como esa etapa de la vida caracterizada por diferentes cambios a nivel orgánico, cognitivo y psicológico, trae consigo determinadas situaciones adversas que aparentemente son tomadas en cuenta como eventos de poca importancia o que, por el hecho de tratarse de una persona mayor, no se requiere atención para una situación específica, como puede ser el caso de la depresión.
En los adultos mayores, los episodios depresivos pueden ser mucho más comunes que en el resto de la población, esto porque factores biológicos propios de la edad como la reducción de los neurotransmisores como la serotonina o la endorfina, minimizan las sensaciones de gusto o alegría hacia la vida; la presencia de enfermedades mentales como el Alzheimer o de enfermedades físicas como la diabetes, obesidad, hipertensión, entre otras, también inhiben el adecuado funcionamiento de las sustancias químicas que nos proveen de bienestar y felicidad a nivel orgánico.
De otra parte, debe considerarse el hecho de que si bien la vejez está cargada de experiencias significativas de la vida, también tienen una carga de pérdidas de seres queridos, soledad o abandono en muchos casos, desligamiento del núcleo familiar, aislamiento social o discapacidad física, factores que influyen considerablemente en los estados de ánimo de la persona.
Se debe reconocer que la depresión no es un simple estado de ánimo, es un problema médico que afecta la vida diaria y el funcionamiento normal. No es una parte usual del envejecimiento, ni una señal de debilidad ni un defecto de carácter. Muchas personas mayores que tienen depresión necesitan tratamiento para sentirse mejor.
¿Cómo detectar si un adulto mayor tiene una posible depresión?
Existe una serie de síntomas que pueden detectarse en el entorno del adulto mayor y generar señales de alerta, es decir, cuando estos síntomas sobrepasan las dos semanas de permanencia, se hace necesaria la atención médica y psicológica del adulto mayor, a fin de evitar una problemática mayor como intento de suicidio o suicidio.
• Estado de ánimo constantemente triste o ansioso
• Sentirse “vacío” gran parte del tiempo
• Pérdida de interés o de placer en los pasatiempos y las actividades
• Pesimismo o falta de esperanza
• Sentimientos de culpa, falta de auto-estima e impotencia
• Fatiga o tener menos energía, sentir que se mueve o habla más lentamente
• Problemas para dormir, incluyendo despertarse muy temprano o dormir demasiado.
• Cambios en el apetito o el peso, sin proponérselos.
• Pensamientos sobre la muerte o el suicidio o intentos de suicidio.
• Sentirse inquieto o irritable.
• Dolores y molestias físicas, como dolor de cabeza, calambres o trastornos digestivos sin ninguna causa física aparente y que no se alivian ni siquiera con tratamiento.
• Aislamiento social
• Llanto o agresividad constante
• Falta de interés en el aseo personal
En la mayoría de los casos, la depresión en las personas mayores es tratable. El tratamiento apropiado puede ayudar a mejorar la salud en general y la calidad de vida. Con el tratamiento apropiado, algunos síntomas pueden comenzar a mejorar al cabo de una o dos semanas, pero es posible que pasen varias semanas antes de sentir el efecto total.